mercredi 2 janvier 2008

El origen de la vida

El fenómeno que denominamos vida es uno de los más fantasticos y sorprendentes que existen. Capaz de medrar incluso en las condiciones más extremas y de adaptarse a todo tipo de ambientes, la aparición de la vida cambió para siempre la historia de nuestro planeta y fue el origen de otro fenómeno aún más sorprendente: la aparición del hombre, con sus únicas capacidades de razonamiento y autoconciencia. Sin embargo, siendo claramente el nacimiento de la vida un acontecimiento de importancia colosal, hoy en dia a la ciencia aun le queda mucho camino por recorrer hasta entender completamente los mecanismos que lo hicieron posible.


El reconocimento de la importancia tanto científica como filosófica de este problema no se produjo hasta mediados del siglo XIX. Anteriormente la opinión dominante es que formas de vida sencillas se podian obtener de manera espontanea si se daban las condiciones adecuadas, teoria conocida como de la genereación espontánea de la vida. No fue hasta una serie de cuidadosos experimentes de Pasteur, donde demostró que en medios sin vida aislados del ambiente jamás de produce vida (en su forma más simple de bacterias) de forma espontánea, cuando se empezó a percibir el carácter fundamental del originarse de la vida, proceso que ocurrió probablemente una sola vez en un pasado muy lejano. Esta percepción, unida al descubrimiento de la evolución de la vida mediante la selección darwiniana, que implicava un único organismo original del que toda la vida posterior descendía, colocó al problema del origen de la vida en las prioridades de la agenda científica. Muchos descubrimientos posteriores, desde la asombrosa complejidad de los mecanismos celulares hasta el mecanismo de transmisión de la herencia mediante el código genético, no han hecho más que aumentar el asombro frente al fenómeno de la vida y hacer aún más urgente entender las razones de su origen.



Se encuentran dos posturas sobre este problema extendida entre la comunidad científica. La primera es la de que la vida no es más que una casualidad de proporciones cósmicas, la agrupación aleatoria y fortuita de un conjunto de moléculas que dio lugar al primer organismo que podríamos considerar vida. Esta postura supone que la vida es un fenómeno tan inusual que es virtualmente imposible que se haya repetido en cuanquier otra parte del universo. Esta es por ejemplo la postura del Nobel Jacques Monod, que en su famoso "Azar y Necesidad" decía aquello que que por fin en hombre sabe que es el producto del más ciego azar y que se encuentra solo en el universo. La postura opuesta supone que la vida es un fenómeno que se produce con facilidad por poco que se den las condiciones minimamente adecuadas, y que por lo tanto la vida, al menos la microbiana, debería estar presente en otros planetas, incluso dentro de nuestro propio sistema solar. Esta postura es la sostenida por ejemplo por científicos como Carl Sagan para los que el Universo debe ser un hervidero de formas de vida, y tiene el apoyo de la observación que la vida en nuestro planeta aparece immediatamente después de que las condiciones para la habitabilidad fueron satisfechas.



Por supuesto es imposible discriminar entre estas dos posturas a menos que o bien se identifique un mecanismo razonable para el origen de la vida (lo que probablemente implicaría poder generar organismos vivos en un laboratorio a partir de productos químicos) o bien el descubrimiento de otras formas de vida fuera de nuestro planeta. Estos nuevos organismos en principio podrían medrar también en sistemas mucho más ásperos que lo que se podía esperar, ya que en los últimos años se han encontrado nuevos organismos, llamados extremófilos, que viven en la condiciones más extremas, como en las fuentes volcánicas de las bases oceánicas. Fijémonos en que la cuestión importante es si el origen de la vida es un suceso único en la historia del universo o se puede considerar como una consecuencia normal de las leyes de la naturaleza en los entornos adecuados. El segundo caso tiene consecuencias filosóficas profundas, pues implica que las leyes de nuestro universo son de alguna manera
bio-friendly, es decir, amigas de la vida.



Las fuentes volcánicas marinas son, contra lo que cabría pensar, un hervidero de vida, y de hecho sus habitantes son algunos de los organismos más antiguos de nuestro planeta.


Para acabar solo remarcar que el problema del origen de la vida compleja, de los animales y plantas, es una historia completamente a parte, y que aunque las condiciones que posibilitan la vida microbiana son bastantes amplias, la evolución hacia las formas de vida más organizadas como los animales requiere de otra serie de factores mucho más restrictivos que hacen de su presencia en otros mundos una cuestión mucho más improbable.



El árbol de la vida, con los tres dominos originandose a partir de un único ascendiente.

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