mardi 11 décembre 2007

La mente de Dios

Afirma el conocido físico y cosmólogo británico Stephen Hawking en su best-seller “Breve historia del tiempo” que si algún día la ciencia consiguiera descubrir la Teoría del Todo, esto es, una teoría unificadora de todas las leyes fundamentales de la física, entonces finalmente los hombres podríamos, por primera vez en la historia del universo, “leer la mente de Dios”. Esta cita de Hawking es el origen del título del libro de Paul Davies, otro físico teórico británico, investigador en gravedad cuántica, pero también en filosofía de la ciencia, y conocido por el gran público por la amplitud de su obra de divulgación científica.

En este libro Davies discute hasta donde pueden llegar los esfuerzos científicos del hombre para comprender el universo, y el papel que el hombre mismo juega en él. Davies describe las teorías científicas más modernas que intentan comprender el universo y su origen y que van más allá de la teoría del Big Bang, como teorías donde el tiempo más que empezar de cero emerge de una transformación de una dimensión espacial o teorías donde los universos son continuamente creados a partir de otros universos. Otro aspecto que analiza en detalle, bastante de moda en la ciencia moderna, es el del paradigma de la realidad como un ordenador, donde las leyes de la naturaleza juegan un papel análogo al del código del programa, y donde categorías como computabilidad y realidad virtual cobran un significado físico fundamental.

Uno de los resultados más sorprendentes de la ciencia moderna es la observación que los valores de las constantes de la naturaleza que determinan las leyes físicas y otros parámetros (como las condiciones iniciales cosmológicas) son tales que incluso pequeñas desviaciones de estos convertirían el universo en un lugar donde la vida, y mucho menos la humana, serían completamente imposibles, al menos en nuestro estado actual de los conocimientos sobre la biología que hace posible la vida. Este principio, llamado Principio Antrópico, ha sido abrazado por muchos y odiado por otros, pero su influencia en la moderna concepción científica de la realidad es innegable. Davies mismo, sin ser creyente en el sentido tradicional de la palabra, afirma que el ser humano ocupa una posición completamente central en el cosmos, y que su capacidad de descubrir las leyes de la naturaleza, la estructura de la realidad, no es una mera casualidad cósmica sino que es un hecho con implicaciones muy importantes para toda teoría científica del mundo.

El punto sobre el que Davies centra sus argumentos es el del límite de la ciencia y en particular el de la física teórica. Para Davies, por más que avance nuestro conocimiento de las leyes fundamentales de la realidad, siempre quedará un punto de misterio que se nos escapará, que a pesar de nuestros esfuerzos nunca seremos capaces de aprehender completamente. Por ejemplo, incluso aunque se encuentre una teoría que unifique a la física de partículas, todavía queda por explicar porque precisamente esta teoría describe el universo, y porque sus constantes son tales que el universo parece ajustado para la existencia de vida inteligente. Y aunque (muy hipotéticamente) se pueda demostrar que existe un multiverso con una multiplicidad de leyes físicas para esquivar el problema antrópico, aun quedarían por explicar tres problemas fundamentales: porque existe precisamente algo en vez de nada, que este algo tenga un orden intrínseco, y, tal vez el mayor misterio, como pueden existir criaturas, parte de este universo pero al mismo tiempo capaces de aprehender y maravillarse con este orden.

La vía de escape que de manera arriesgada propone Davies para intentar superar estos límites a nuestro conocimiento de la realidad física es sorprendente: el misticismo. Aunque personalmente él nunca haya vivido semejante tipo de experiencias místicas, para Davies la experiencia mística es la única manera de vislumbrar aunque sea brevemente la totalidad y el sentido último de la realidad. Aunque para Davies la experiencia mística dependa en parte de condicionamientos históricos y culturales (los místicos occidentales se refieren al encuentro con en Ser personal mientras que los orientales con la realidad total), el misticismo en una manera con la que los hombres pueden transcender sus limitaciones materiales y percibir el misterio que trasciende y da consistencia a la realidad.

En resumen, un ensayo apasionante que obliga a volver a reflexionar sobre aquellas preguntas a partir de la cuales nacieron la ciencia y el conocimiento y que en el fondo siempre acompañan la aventura humana: ¿Quienes somos? ¿De donde venimos? ¿Cuál es el sentido de la realidad?