Veo por enésima vez Ice Age, una de las películas favoritas de Jaume. El ver una de estas películas tantas veces permite apreciar detalles muy finos, que suelen pasar inadvertidos las primeras veces. Uno de estos son las referencias a la evolución que se hacen a lo largo de la película. Lo que mas gracia me hace es que son referencias calculadamente ambiguas, de manera que no permiten saber si la película se ríe con la evolución o bien de la evolución. En un país como los Estados Unidos, donde un porcentaje importante de la población profesa un literalismo bíblico que incluye el relato de la Creación en el Génesis, me sorprendería que esta ambigüedad fuera accidental (aunque esta teoría mía, producto del visionado repetido masivamente de la película, parezca de la mejor escuela paranoica – hay en la misma menciones similares al tema del calentamiento climático …).
Tres ejemplos solamente de la película donde aparecen estas curiosas referencias a la evolución. Al principio de la película, una tortuga prehistórica le pregunta a su compañera donde está el tercer miembro del grupo, a lo que esta responde que se fue murmurando algo sobre “being on the verge of an evolutionary breaktrough”. En el fondo, se ve a esta tercera tortuga saltando por un precipicio gritando “I am flying!” (y por supuesto estampándose contra el suelo). Esto es curioso porque una de las críticas favoritas de los creacionistas a la evolución es la imposibilidad de cambios cualitativos en las diferentes especies animales.
Hacia la mitad de la película, los protagonistas se encuentran con un grupo de dodos, una especia aparentemente falta de cualquier mínima capacidad de supervivencia y que parece caminar hacia la extinción de las maneras más estúpidas posibles. Para los que no lo sepan, el dodo era un tipo de pájaro grande que tiene el dudoso honor de ser una de las primeras especies que se han extinguido en tiempos históricos, al ser reducidos a cocido y manduca por los marineros que fondeaban en Mauricio, su único hábitat natural.
Finalmente, en una de las últimas escenas de la película, la improbable combinación de un niño humano y un perezoso consigue dominar a un tigre dientes de sable, lo que les lleva a decir: “Survival of the fittest? I do not think so!!”. De esta manera, la famosa frase sobre la supervivencia de los mas fuertes, una manera profundamente equivocada pero popular de referirse al darwinismo (no solo es un poco tautológica sino que no refleja la diversidad de procesos que pueden dar lugar a variaciones evolutivas), es ridiculizada al final de Ice Age.
La verdad, no se si estas observaciones tienen o no alguna implicación más profunda (y tampoco es algo que tenga la mínima importancia) pero me llevaban a pensar en el curioso fenómeno que constituye el creacionismo.
El problema principal de defender el creacionismo se puede presentar de la menare siguiente: a diferencia de otras teorías peregrinas, desde los horóscopos, las abducciones extraterrestres o a la adivinación del futuro a través de los posos del café, el Diseño Inteligente (la versión científica del movimiento creacionista) hace predicciones muy precisas sobre la estructura de los seres vivos. Esta precisión, que supongo que pretende dar una patina científica a una teoría descabellada, en realidad es su perdición, pues la ciencia puede demostrar su absoluta falsedad al poco de ser formuladas. Un ejemplo el la llamada complejidad irreducible de algunas partes de los seres vivos, desde el ojo humano a los flagelos de algunos microorganismos, ejemplos aparentemente de características de los seres vivos que no se pueden originar a partir de puras variaciones aleatorias. Uno tras otros, todas estas excepciones han encontrado explicación en términos de mecanismos naturales.
La misma manera de plantear la disputa entre darwinistas y creacionistas está profundamente equivocada: la evolución es un hecho, como lo puede ser que el Sol salga cada mañana, no una teoría: tenemos certeza que el Sol sale todas las mañanas aunque desconozcamos el motivo porque lo hace, si son las fuerzas gravitatorias o bien un semidiós que lo impulsa con su carro de paseo. Esto mismo ocurre con la evolución: las teorías de Darwin podrían resultar completamente equivocadas, y aún así la evolución seguir siendo un hecho del cual no se puede dudar. La evolución no queda demostrada solamente por los fósiles, por ejemplo, es posible seguir en buena aproximación como el genoma de los seres vivos se ha ido modificando al pasar de una especie a otra, y comparar así el árbol evolutivo filogenético con el obtenido a partir de los fósiles.
Desde una perspectiva creyente, solo es posible sostener el creacionismo con dos hipótesis: o bien Dios ha dispuesto toda la naturaleza, sus leyes y su orden, para engañan a los infieles y desconfiados, cual taimado genio cartesiano, o bien la razón humana es un instrumento absolutamente inútil para conocer la verdad de la realidad. Parece claro que ninguna de las dos perspectivas es muy halagüeña. Ya los Padres de la Iglesia, como San Agustín, avisaban contra el error del literalismo bíblico, y los primeros científicos medievales trabajaban con la conciencia que era imposible un conflicto entre el conocimiento del mundo natural a través de la razón y el conocimiento por la fe. Que Dios sea Creador (hecho que es posible conocer a través de la fe) no nos dice nada de los mecanismos a través los cuales esta creación se lleva a cabo (objeto de la investigación científica).
En la imagen superior vemos parte del folleto que anuncia el Museo de la Creación en Kentucky, con el apropiado lema de “Prepare to believe”.
Por supuesto, no ayuda demasiado que algunos científicos, como Richard Dawkins, planteen la cuestión como un mano a mano entre oscurantismo y razón, de manera que la única postura razonable sería abrazar la interpretación atea del evolucionismo, interpretación que casi no es necesario decirlo se deriva excluidamente del prejuicio de estos científicos, más que de cualquier dato científico real. Para mucha gente imagino, puestos a escoger entre su experiencia cotidiana de Dios y una ciencia que parece oscura y enemiga, se decanten por el primero. Es claramente una situación incómoda para toda persona que piense, como explicaba Benedicto XVI en su famoso discurso de Ratisbona, que la razón humana puede y debe abrazar de una manera coherente todos los aspectos de la realidad y de la fe.
Por suerte, el resto de dibujos que le gustan a Jaume, como Pocoyó y Mickey, se prestan bastante menos a interpretaciones paranoicas de este estilo…..